GORA SAN FERMIN! GORAAAAAAAAAAA! Si… ya sé que ayer fue el pobre de mí y con él llegó el fin de fiesta en tierras pamplonicas, pero este año no quiero dejar pasar la oportunidad para hablaros sobre cómo vivimos los San Fermines (y las fiestas en general) en nuestra familia.
Antes que nada, quiero decir que soy una enamorada de San Fermin, no sé qué tiene Navarra que me engancha, Iruña me parece un lugar brutal para vivir y sus fiestas son algo que todo el mundo debería experimentar por lo menos una vez en la vida. ¿Por qué digo esto? Porque San Fermin es algo indescriptible, hay que conocerlo en vivo y en directo para saber lo que es. Recuerdo un artículo periodístico de hace unos años que decía que San Fermin era “toros y tetas”, para mí San Fermin es muuuuuuuuuucho más que todo eso. San Fermin es alegría, tradición, es música, sonrisas, es ver cómo bailan los gigantes, correr con los kilikis, alucinar con el torico de fuego, disfrutar de los artistas callejeros, es almorzar huevos con txistorra, unirte a la charanga de una peña y disfrutar de las canciones, saborear una croqueta del zaldiko maldiko, bailar euskal dantzak en la Plaza del Castillo… Todo esto y mucho más es posible hacerlo en “formato niñes”. Porque nos venden que San Fermin es juerga nocturna y despiporre (que también, una de las cosas que tenía claras que haría en cuanto cumpliera 18 años era ir a San Fermin y así fue, recuerdo aquella primera noche de fiesta como si fuera ayer, fue inolvidable, pero eso da para otro post y no sobre maternidad…jajaja).
Algo que me chifla de estas fiestas es el ambiente que hay, el hecho de que todo el mundo vaya vestido de blanco me gusta mucho, porque llena cada rincón con un toque especial. Hay gente por todos los lados, lo cual es positivo porque hay fiesta por doquier, pero al mismo tiempo hay ocasiones en las que se crean aglomeraciones y lo único que puedes hacer es RESPIRAR y “dejarte llevar por la marea”. 😛
Os decía al comienzo de este post, que hoy os iba hablar sobre cómo vivimos las fiestas en nuestra familia. Algo CLAVE (en fiestas y siempre…jejeje) son los PORTABEBÉS. Quienes habéis asistido a mis talleres ya sabéis que hemos pasado estos casi 4 años sin carro (menos al comienzo que como nos lo compramos, pues sacábamos al carro de paseo. Digo esto porque Ekhi terminaba día sí y día también en la mochila y el carro iba vacio por la calle, con lo que con el tiempo terminamos vendiéndolo y simplemente salíamos a la calle porteándole), con lo cual en nuestra vida los portabebés han cobrado especial importancia. ¿Qué es lo que pasa en fiestas? Pues que los estímulos se multiplican, los nervios a lo desconocido también, hay mucho ruido, la muchedumbre, aumenta el cansancio del txiki… Y para todos estos momentos, el poder llevar a Ekhi encima sin yo tener que destrozarme los brazos me parece lo más.
Hay muchísimos motivos por los que portear en fiestas mola, para mí personalmente ¡¡¡mola mucho!!! Podría hacer una lista eterna, pero hoy me centraré en tres aspectos sobre por qué me gusta portear en fiestas.
La primera de todas es vital, veo que Ekhi va más tranquilo. En un portabebés él se siente seguro porque está en nuestros brazos, incluso si va en la espalda, esto también ocurre porque está en contacto con nosotros y nos siente cerca. El finde pasado, mientras recorríamos las calles de Iruña Ekhi iba caminando, pero si pasábamos por calles con demasiada gente o si había algún ruido fuerte (el tema de los petardos, cohetes, etc no le gustan nada) me pedía mochila. Ekhi tiene casi 4 años, pero eso no quita para que haya momentos en los que necesite estar con su «base de seguridad» para sentirse protegido. (Yo tengo 32años y en ocasiones también necesito que alguien me diga que todo está bien para bajar mi nivel de “alerta”… 😉 ).
Además de que él se siente más seguro, yo también me siento más tranquila de llevarle a una altura más elevada del suelo. Cuando va andando entre tanta gente es como si «desapareciera», es más sencillo que le pisen, le golpeen, se pierda, incluso que le quemen con un cigarro (esto me da mucha rabia y ocurre más de lo que pensamos…). Y ya no sólo eso, sino que su cabeza queda a la altura de los culos del resto, lo cual puede no ser peligroso pero si desagradable ¿no crees?
Por otro lado cuando tú txiki ya no quiere ir en brazos, porque le apetece, bailar, saltar, correr o simplemente caminar. Puedes recoger el portabebés y guardarlo en un bolso/mochila o simplemente enrollarlo en tu cintura. De esta manera, ¡no ocupa casi nada! Algo ocupa, obvio, pero si lo comparamos con un carro… Si, ya dicen que las comparaciones son odiosas. 😛 El no tener que “pelearme” para pasar con el carro cuando no hay espacio entre tanta gente, me hace vivir más tranquila… De hecho esto es una de las cosas que peor llevaba cuando salía con el carro, las barreras arquitectónicas; escaleras, puertas que se abren hacia fuera y tienes que abrir la puerta más mover el carro a la vez…
Pues eso, que simplemente quería pasarme por aquí para contaros algunos de los motivos por los que el porteo es indispensable en mi vida, y en concreto en jaiak.
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Porque el porteo nos facilita la vida, sólo hace falta tener la información necesaria para hacerlo de la manera correcta. 🙂