Luz al final del túnel…

Sientes que no llega… que todo está muy oscuro… que por mucho que sigan pasando los días, tú continúas sin ver luz al final del túnel… las noches sin dormir del tirón (y sin dormir más de 2 horas seguidas, porque eso del tirón es decir mucho… 😛 ), el llanto inconsolable, el agotamiento físico y mental, la preocupación porque no come lo que «debería» comer, los encontronazos con la pareja,  el peso sobre tus hombros, la fiebre, ese golpe que se da y se parte la lengua, el sentirte sola, las ganas de tirarle por la ventana y las ganas de querer tirarte tu… Y entre todo esto, escuchar que «ya pasará»… Pues sí, ya lo sabemos que esto también pasará, pero hasta que pase que jodido es…

En nuestro caso muuuuchas de estas cosas las hemos pasado, las noches en vela, las dudas sobre la alimentación, la soledad… hay otras por las que seguimos pasando, los encontronazos con la pareja, los golpes y accidentes… hoy concretamente Ekhi se ha cortado en un dedo. Estábamos preparando la comida, él me ayudaba a cortar las zanahorias con el cuchillo de mantequilla que siempre utiliza (no tiene punta y los dientes son minis, es un cuchillo chiquitín) y yo cortaba el resto de la verdura. Estaba tranquila, hemos cocinado juntos, y él ha cortado zanahoria con ese cuchillo infinidad de veces, pero fijaros cómo es la vida, de repente me ha venido a la cabeza la imagen de hace varios años atrás cuando siendo niña me corté de la manera más absurda cortando pan. De repente, ZAS! Ekhi ha gritado y en décimas de segundo yo sólo veía su mano ensangrentada… (parece que yo estuviera visualizando el futuro o algo, es muy heavy pero así ha sido) Le he metido la mano debajo del grifo de agua fría para poder ver la herida y me he asustado hasta el infinito, tenía una buena raja… Asique lo primero que se me ha ocurrido ha sido coger unas gasas del baño, él no quería soltarme asique he cogido un trapo limpio del armario, he tirado todo lo que tenía en mi bolso para coger las llaves de casa y he salido corriendo al ambulatorio. De nuestra casa allí hay unos 5-10 minutos andando, yo creo que he llegado en 3 minutos. Nunca había corrido tanto… Ekhi en mis brazos (con lo bien que me hubiese venido la mochila, de hecho estaba en la entrada y ni la he visto, por salir corriendo vaya paliza me he pegado con sus 14 kilos en brazos), iba con una mano tapándole de vez en cuando la herida que no paraba de sangrar y sangrar, al mismo tiempo intentaba mantener la calma, le decía que ya llegábamos, que entendía que le doliese… La aventura en el ambula es para escribir un libro, pero en resumen, le han puesto unos puntos de sutura y el viernes volvemos a que le echen un ojo.

¿Por qué os cuento todo esto? ¡¡¡Porque con la llorera que me he pegado en casa en las horas siguientes al suceso, hubiese conseguido que saliesen flores en el desierto del Sahara!!! Lágrimas y lágrimas hasta el infinito y más allá… Lo cierto es que ha sido el cúmulo de varias cosas, pero lo del corte en el dedo ha sido como la gota que colmó el vaso… Qué angustia, agobio… Notaba cómo me faltaba el aire… Frases como: «No ha sido nada», «Todo está bien»… y a mí me viene a la cabeza: ¡¡¡LOS COJONES!!! Dicen que después de la tormenta llega la calma, y sí ahora estamos en calma, pero la madre que parió a algunas tormentas 😛

Me gusta mucho hablar sobre el #superpoderdeseramatxu, esa energía descomunal que sacamos por nuestras crías. Hoy yo la he vuelto a sentir, he subido como la mujer bala hasta el ambulatorio, y al llegar allí me estaba mareando, de hecho ha habido un rato que me han hablado la enfermera y la pediatra y ni sé lo que les he dicho, pero he pensado: «Ene, respira y relájate que tienes que estar con Ekhi». He respirado y adiós mareo.

En esto de la maternidad (y en la vida en general, seas madre o no) hay días duros, muuuuuuuuy duros. Me atrevería a decir que no sólo días, hay semanas, meses incluso puede que años atroces, pero ¿sabes qué? QUE ESTÁS VIVAAAA y sólo por eso tienes en tus manos la oportunidad de generar cambios y buscar la forma de llegar cuanto antes a esa salida. Porque hay ratitos en los que cuesta ver el final del túnel porque sientes que no llegas nunca… Coges carrerilla pensando que después de la siguiente curva llegarás, pero cuando te acercas y ves que el túnel sigue oscuro el bajón que te entra es bestial. Eso sí, puedes coger aire, RESPIRAR y CONTINUAR, porque sabes que la luz está ahí y que el túnel se acaba, al final la vida se trata de eso, de seguir andando.

Para acabar os dejo una canción que me encanta, porque para mí explica a la perfección este sentimiento de estar viviendo en pleno invierno y de sentir que no acaba nunca… con los pies mojados por la lluvia, el cuerpo empapado y tiritando de frio sientes que la primavera no llega, pero al final lo hace y con ella llega el sol, asomando sus rayos tímidamente, consigues que vaya calentando tu piel y así ir entrando en calor…

El post de hoy es para ti, que sientes que no puedes más. Para todas esas amatxus que me cuentan que quieren tirar la toalla, que no pensaban que la maternidad fuese así (tan bonita y tan dura a la vez), para quienes dicen aquello de «esto a mi no me lo habían contado», porque PUEDES CON ESTO. No dejes que las nubes te impidan ver el SOOOOOOOOOOOOOOOOL. 😀

 

 

 

 

2 comentarios en “Luz al final del túnel…

  1. Esther dice:

    Hola amiga.

    Me llamo Esther, soy psicóloga clínica pediátrica, y ojeando webs y blogs sobre propuestas educativas y de crianza innovadoras, he localizado tu blog. Muy muy interesante, porque todo lo que aportas lo haces con una sinceridad y frescura encomiables. Hablas (o mejor dicho, escribes) desde el corazón. No buscas florituras, vas directa al grano, y eso está muy bien.
    En cuanto a este post en concreto, no me resisto a comentarte que como buena madre, es normal que sufras y te duela el corte que sufrió con el cuchillo tu hijo. Pero debes verlo como lo que es en realidad: parte de su aprendizaje. Sí, todos hemos aprendido a base de experiencias positivas… y también a través de otras que no lo son tanto. Como el corte. Con esto no quiero decirte que no debas evitar que se haga pupa, al contrario, nuestro deber como madres (yo también lo soy), es velar al máximo por el bienestar de nuestras hijas/os. Pero no debemos hacer un drama de ello, en absoluto. Ese pequeño corte (sí, sangró mucho porque la capilaridad en los dedos es elevadísima y el más mínimo corte puede venir acompañado de un sangrado monumental) le ha supuesto una gran lección: el peligro de los cuchillos y otros útiles, que pueden hacer mucho, muchísimo daño. Esa pequeña herida es como una «vacuna»: cuando esté con un cuchillo realmente peligroso tendrá muchísimo cuidado y no se hará una lesión realmente grave.
    En esas circunstancias, hay que valorar lo que ha sucedido en realidad, y adecuar nuestra respuesta a lo que realmente ha pasado. Porque si derramas lágrimas y más lágrimas por una pequeña herida (entiendo que no fue más), ¿cuál será nuestra respuesta emocional ante un hecho muchísimo más grave e irreversible, como puede ser la pérdida de un ser querido?
    Cada madre y cada familia somos un mundo, pero desde mi experiencia como profesional sanitario y también como madre, siempre aconsejo tratar de responder adecuadamente a cada circunstancia, porque si no, no preparamos a nuestros hijos para que puedan afrontar correctamente hechos ciertamente luctuosos y difíciles.
    En fin, espero que estas reflexiones sean bienvenidas, confío no molestarte en absoluto, pues no es ésa mi intención.
    Un afectuoso saludo,
    Esther Piñeira.

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    1. eneritzap dice:

      Esther! El final de curso ha sido cañero y entre una cosa y otra se me había pasado contestarte, ya dicen que más vale tarde que nunca 😉

      Lo primero de todo mil GRACIAS por tu comentario, para nada me molestas, al contrario me encanta saber qué pensais sobre lo que escribo, qué os resuena, chirría y demás de mis palabras.

      Sobre la proporcionalidad de nuestras reacciones frente a los hechos estoy completamente de acuerdo contigo, en este caso en concreto el susto fue grande por lo que comentas, la sangre es muy escandalosa… Este accidente se quedó en «nada», el susto y el dedo de Ekhi ha quedado «deformado» (la parte que se cortó la tiene como un bultito extra), pero es algo insignificante para lo que podía haber sido.

      Después de aquel día hemos vuelto a cocinar con total normalidad, recordando lo sucedido alguna vez cuando aparece el cuchillo de por medio, pero sin crear dramas, al fin y al cabo la vida es así, y éste sólo es uno de los muchos disgustos que me tocará vivir como madre…

      Que venga lo que tenga que venir (tanto bueno como malo), lo tomaremos como mejor sepamos en cada momento.

      Un abrazo enorme y lo dicho mil gracias por tomarte tu tiempo en escribir 🙂
      Feliz verano

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